Sangre de Castilla Admin
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| Tema: [Cultura] El mito de Narciso Mar Sep 29, 2009 3:24 pm | |
| Narciso era un joven vanidoso de gran belleza. Tuvo muchas pretendientas (y también pretendientes) y a todos rechazó. Cuenta la leyenda que nada más nacer, la madre de Narciso consultó al famoso vidente Tiresias. El vidente le respondió que viviría muchos años siempre y cuando no viera su imagen reflejada. Por ello, su madre siempre se preocupó de apartar de su vista todo tipo de espejos.
Una de sus muchas pretendientas fue la ninfa Eco. En cierta ocasión, Narciso estaba paseando por un bosque. En ese bosque vivía la ninfa Eco. Eco era una ninfa parlanchina y alegre; pero un día, disgustó a la diosa Hera, que la condenó dejándola sin poder hablar, tan solo podía repetir el final de las frases que escuchaba. Avergonzada por ello, Eco se ocultó en una cueva cercana a un río.
Allí estaba la ninfa cuando vio pasear a Narciso, del cual se enamoró. Como era incapar de iniciar una conversación, Eco le seguía ocultándose. El lugar era tan precioso que Narciso continuó visitando el lugar; y la ninfa le esperaba cada día para seguirlo en su paseo a una distancia prudencial para no ser descubierta.
Pero un día, sin querer, cerca del río, pisó una rama.
- ¿Quién está aquí?... ¿Por qué me sigues? – gritó Narciso.
Y la ninfa, descubierta, respondió:
- Aquí… me sigues.
Narciso continuó hablando, pero Eco no conseguía nada más que repetir las últimas palabras que pronunciaba el joven. Desesperada, hizo lo que pudo para hacerse entender y finalmente se mostró e intentó abrazarlo. Narciso, que era un joven engreido y vanidoso, la rechazó cruelmente.
- ¡Vete, qué estúpida!
Eco huyó a la cueva corriendo, donde solo hacía que repetir, casi en un susurro, las últimas palabras que había oído de Narciso.
- Que estupida… que estú… pida…
Y allí se consumió de pena, hasta convertirse en parte propia de la piedra de la cueva; hasta que no quedó de ella nada más que su voz.
La diosa Némesis, diosa de la venganza, había presenciado la escena y otro día, cuando Narciso paseaba cerca del lugar, le hechizó haciendo que sintiera una tremenda sed. El bello y vanidoso joven recordó el río donde una vez se había encontrado con Eco y fue allí a saciar su sed. Al ir a beber, vio su rostro reflejado en el agua y quedó enamorado de su propia belleza. Tan enamorado estaba que acabó por arrojarse a las aguas a abrazar su propia imagen, muriendo ahogado.
Cuentan que allí, donde murió, apareció una nueva flor: la flor del Narciso que crece en la orilla de los ríos.
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